jueves, 9 de mayo de 2013

Poco fútbol y empate en el superclásico


En un pobre espectáculo Boca y River igualaron 1 a 1 en La Bombonera en un encuentro intenso pero deslucido con goles de Lanzini y Silva. El duelo pudo haberse suspendido por el uso de pirotecnia y bengalas utilizadas por hinchas locales.

Cuando a los cuarenta segundos de juego Manuel Lanzini hizo el gol más rápido en la historia de los superclásicos muchos vaticinaban un partido atractivo y con muchas situaciones de gol, pero lamentablemente a medida que pasaban los minutos sucedía todo lo contrario. Ninguno de los dos equipos se animó a ganarlo y fue notorio el temor a la derrota.

La primera parte fue atractiva, con un River que esperó y salió de contra luego de ponerse en ventaja. Boca tenía la posesión pero no llegaba con peligro, y fue ahí cuando los dirigidos por Ramón Díaz tuvieron las chances más claras para estirar el marcador: remate de Gabriel Funes Mori desde afuera del área, desborde e interceptado pase atrás de Juan Iturbe cara a cara con Agustín Orión e increíble falta de puntería de Carlos Sánchez en el área chica. Es por eso que los Millonarios pagarían la poca lucidez al momento de la definición: Santiago Silva no perdonó para igualar las cosas tras una gran jugada de Walter Erviti, de lo mejor de Boca hasta que salió lesionado promediando el segundo periodo.

En los 45 minutos finales otra vez Boca otra vez fue el dominador del juego la mayor parte del tiempo pero se quedó solo en tibias intensiones ante un River que nunca arriesgó demasiado para volver a ponerse arriba. Gonzalo Escalante y Leandro Paredes tuvieron las más claras para el Xeneize, mientras que Guillermo Burdisso se fue expulsado luego de una innecesaria patada a Sánchez. El duelo se tornó feo para ver, trabado y demasiado hablado, con poco fútbol y mucha pierna fuerte. Encima, en un hecho claramente premeditado, parte de la hinchada local se colgó del alambrado, prendió bengalas y arrojó pirotecnia al campo, por lo que el encuentro debió estar detenido en un par de oportunidades y estuvo al límite de ser suspendido por el árbitro Germán Delfino.

Para destacar en River la solidez defensiva de Éder Álvarez Balanta, la velocidad de Iturbe y buenas intervenciones de Funes Mori, mientras que por el lado de Boca sobresalen las figuras de Erviti y Juan Sánchez Miño, manejando los tiempos de su equipo. Después en lo colectivo los equipos no estuvieron a la altura y se dedicaron más a hablar que a intentar generar juego. El clima de histeria y dramatismo traspasó los límites de las tribunas para coronar otro clásico para el olvido.

Con su tradicional picardía Ramón Díaz fue protagonista excluyente, se fue expulsado y haciendo gestos al grito de “yo no me fui”. Luego siguió la polémica finalizado el partido: “La gente de Boca festeja los empates de local. Somos diferentes, tenemos un pensamiento diferente, nosotros no festejamos. Peleamos el campeonato y ellos en los últimos puestos. Mejoraron. No nos tiraron cosas cuando llegamos al banco de suplentes, van mejorando”. Carlos Bianchi no quiso ser menos y sostuvo que jugaron “contra un pretendiente al título que no demostró tanto que quiere salir campeón". "El equipo está teniendo actuaciones interesantes, tiene un cierto estilo con pretensiones de hacerlo mejor. Hay que tener más profundidad, ser más desequilibrante. Más eficacia ofensiva para cuando uno tiene el control del juego", sentenció el Virrey.

Con este resultado River se aleja de los primeros puestos y aleja de la lucha por el campeonato, mientras que Boca no le escapa a los últimos lugares en el torneo local. Otra vez el contexto superó ampliamente al espectáculo futbolístico, que marcó la tendencia que se viene viviendo en el amarrete nivel de juego del torneo argentino hace varios años. Habrá que esperar varios meses para volver a vivir el clásico, este último pasará desapercibido en los libros de historia.