En un pobre espectáculo Boca y River igualaron 1 a 1
en La Bombonera en un encuentro intenso pero deslucido con goles de Lanzini y
Silva. El duelo pudo haberse suspendido por el uso de pirotecnia y bengalas
utilizadas por hinchas locales.
Cuando a los
cuarenta segundos de juego Manuel Lanzini hizo el gol más rápido en la historia
de los superclásicos muchos vaticinaban un partido atractivo y con muchas
situaciones de gol, pero lamentablemente a medida que pasaban los minutos sucedía
todo lo contrario. Ninguno de los dos equipos se animó a ganarlo y fue notorio
el temor a la derrota.
La primera parte
fue atractiva, con un River que esperó y salió de contra luego de ponerse en
ventaja. Boca tenía la posesión pero no llegaba con peligro, y fue ahí cuando
los dirigidos por Ramón Díaz tuvieron las chances más claras para estirar el
marcador: remate de Gabriel Funes Mori desde afuera del área, desborde e
interceptado pase atrás de Juan Iturbe cara a cara con Agustín Orión e increíble
falta de puntería de Carlos Sánchez en el área chica. Es por eso que los
Millonarios pagarían la poca lucidez al momento de la definición: Santiago
Silva no perdonó para igualar las cosas tras una gran jugada de Walter Erviti,
de lo mejor de Boca hasta que salió lesionado promediando el segundo periodo.

Para destacar en
River la solidez defensiva de Éder Álvarez Balanta, la velocidad de Iturbe y
buenas intervenciones de Funes Mori, mientras que por el lado de Boca
sobresalen las figuras de Erviti y Juan Sánchez Miño, manejando los tiempos de
su equipo. Después en lo colectivo los equipos no estuvieron a la altura y se
dedicaron más a hablar que a intentar generar juego. El clima de histeria y
dramatismo traspasó los límites de las tribunas para coronar otro clásico para
el olvido.
Con su
tradicional picardía Ramón Díaz fue protagonista excluyente, se fue expulsado y
haciendo gestos al grito de “yo no me fui”. Luego siguió la polémica finalizado
el partido: “La gente de Boca festeja los empates de local. Somos diferentes,
tenemos un pensamiento diferente, nosotros no festejamos. Peleamos el
campeonato y ellos en los últimos puestos. Mejoraron. No nos tiraron cosas
cuando llegamos al banco de suplentes, van mejorando”. Carlos Bianchi no quiso
ser menos y sostuvo que jugaron “contra un pretendiente al título que no
demostró tanto que quiere salir campeón". "El equipo está teniendo
actuaciones interesantes, tiene un cierto estilo con pretensiones de hacerlo
mejor. Hay que tener más profundidad, ser más desequilibrante. Más eficacia
ofensiva para cuando uno tiene el control del juego", sentenció el Virrey.
Con este
resultado River se aleja de los primeros puestos y aleja de la lucha por el
campeonato, mientras que Boca no le escapa a los últimos lugares en el torneo
local. Otra vez el contexto superó ampliamente al espectáculo futbolístico, que
marcó la tendencia que se viene viviendo en el amarrete nivel de juego del
torneo argentino hace varios años. Habrá que esperar varios meses para volver a
vivir el clásico, este último pasará desapercibido en los libros de historia.
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