Por primera en la historia Racing e Independiente
despidieron a sus entrenadores el mismo día, dejando en evidencia la falta de
compromiso ante los proyectos cuando los resultados no acompañan.
Ayer
fue un día histórico en el fútbol argentino por dos hechos sin precedentes: la
derrota en la fecha de los cinco “grandes” en Primera y los despidos de Racing
e Independiente de sus entrenadores. En algún punto ambos acontecimientos son
parte de un todo, ya que ante los malos resultados se le suelta la mano a los
entrenadores, como es el caso de Luis Zubeldía y Miguel Ángel Brindisi.
Antes
de hacer con el diario del lunes cualquier análisis desde lo corresponde
destacar con la falta preocupante falta de palabra, seriedad y especialmente
capacidad por parte de muchos dirigentes, quienes en sus discursos se jactan de
querer sostener los proyectos y luego en la práctica hacen todo lo contrario,
influenciados por la vorágine y ansiedad de algunos de los hinchas y
periodistas.

Luego
en las primeras cuatro fechas del campeonato domestico el rendimiento y los
resultados no fueron los esperados, con tres derrotas y apenas un empate, en
tanto que también fue caída ante el Granate por la Copa Sudamericana. A todo
esto y con todavía diez meses de contrato, Zubeldia sólo tenía en mente sacar
adelante a su equipo del mal momento y seguramente dar un paso al costado de
considerarlo necesario. Pero la dirigencia de Racing dejó en evidencia el error
que cometió al renovarle el vínculo hace sólo semanas atrás, ya que en realidad
no estaba del todo conforme con el trabajo del entrenador, por lo que lo echó.
Ahora la elección de uno nuevo pasa principalmente por el gusto de Roberto
Ayala, y el candidato que pica en punta es Claudio Borghi, seguido por Carlos
Ischia, Jorge Fossati y Roberto Sensini.
El
caso de Independiente es muy distinto. Brindisi casi que llegó al club por la
puerta de atrás, cuando ninguno de los apuntados estada dispuesto a asumir. Al
principio levantó al equipo en lo anímico y llegaron algunas victorias, pero
luego la hazaña pasó a ser una utopía y terminó descendiendo con un plantel
golpeado y sin respuestas futbolísticas.
Pero el presidente había anunciado en su momento que de no lograr la
permanencia, la idea era sostener un proceso a largo plazo con el objetivo del
retorno. Lo cierto es que a las palabras se las llevó el viento, y ante la
sumatoria de dos puntos en cuatro partidos en la B Nacional fue separado de su
cargo. En lo que respecta al juego colectivo, en su debut en el ascenso se notó
a un equipo timorato, sin ideas y con bajos rendimientos individuales. Ahora los
principales apuntados son Omar De Felippe, Pepe Romero y Darío Franco, en ese
orden.
Llegue
quien llegue la lógica de gestión por parte de Racing e Independiente
seguramente siga siendo la misma, guiándose únicamente por los resultados para
determinar la continuidad de un entrenador y sin asegurar una garantía para
trabajar tranquilo a largo plazo. Este es otro de los factores que también
atenta contra el buen espectáculo adentro de la cancha, condicionado por un
clima rodeado de presiones y dramatismos. Que pase el que sigue.
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