A sólo dos horas de Río de Janeiro la ciudad de Búzios
espera orgullosa y desafiante. Es que cuenta con argumentos sólidos para ser
calificado como uno de los destinos turísticos más espectaculares de Brasil.
Las razones son muchas, pero hay una que no puede obviarse: sus más de veinte
playas dispares y paradisiacas, abrazadas por un clima caribeño durante todo el
año.
Existen
lugares especiales. Aquellos que poseen algún rasgo distintivo y que luego de conocerlos
se reservan un rincón de privilegio en la memoria de quien los visite. Sin
dudas Búzios no escapa a esta clasificación, una pequeña ciudad de Brasil
plagada de atractivos pero que destaca especialmente en una asignatura: su gran
número de encantadoras, variadas y cercanas playas que la hacen única. Por otro lado, su generosa oferta de actividades
en un marco natural soñado atrae a curiosos de todas partes del mundo y la
afianza como un destino cosmopolita en donde sólo basta dejarse llevar para
relajarse, divertirse y asombrarse a cada momento.
Playas para todos
También
llamado Armaçao dos Búzios, este viejo pueblo de pescadores ubicado 180 kilómetros
al este de Río de Janeiro resulta un destino turístico de peso debido a su
amplia variedad de propuestas. Lo sorprendente es que a lo largo de sus ocho
kilómetros esta península alberga veintitrés playas, cada una con sus características:
la temperatura del agua, el tipo de arena, el oleaje, los visitantes y el marco
natural. Algunas de las principales son João Fernandes, João Fernandinho,
Azeda, Azedinha, Ferradura, Ferradurinha, Ossos, Manguinhos, Tartaruga, Brava, Olho-de-Boi
y Geribá.
Un
paseo por la ciudad y sus alrededores ofrece un sinfín de postales teñidas por
las arenas blancas de las playas, el celeste reconfortante del mar y el verde
de los morros. El recorrido puede ser a pie, en bicicleta o en un “Boogie”,
pequeños pero eficaces autos todoterreno, y es preferible repartir los días de
estadía con visitas a las diferentes playas para sacarle total provecho a este
exclusivo centro turístico. También conforman una experiencia única los paseos
en barco por el océano Atlántico y hasta la posibilidad de nadar hacia una isla
cercana desde el mismo. En tanto, el buceo es un deporte muy practicado debido
a las pulcras aguas cristalinas, la abundante fauna marina y los bellísimos
arrecifes de coral, mientras que el surf no se queda atrás por las grandes olas
de algunas de sus playas. En tanto, la bondad del clima, cálido y suave, hace
que todo sea un deleite y también regala apacibles noches estrelladas, que
suponen un marco romántico de película.
La Saint Tropez del Brasil
Comparada
con la joya del sur galo, Búzios atrae especialmente a visitantes extranjeros,
que arriban desde cualquier rincón del mundo para conocer sus tesoros, y hasta algunos
deciden establecerse tras ser víctimas de una suerte de amor platónico. Parte
de su popularidad se la debe a la actriz francesa Brigitte Bardot, quien
vacacionó en la ciudad durante 1964 junto a su novio brasileño Bob Zagury y a la
cual recuerdan con un monumento en el paseo Orla Bardot en su honor.
El
centro es pequeño pero no por eso menos atractivo. Se concentra alrededor de una
delicada calle con rocas cuidadosamente colocadas, la Rua das Pedras, plagada
de tiendas, bares y restaurantes, lo que garantiza una agitada vida nocturna.
Por su parte, las construcciones son bajas y pintorescas, mientras que es fácil
perder el aliento al toparse con una de las tantas ascendentes y empedradas calles.
La oferta gastronómica es también interesante. Los pescados y mariscos son la
especialidad de la casa, con productos frescos recién salidos del mar, pero hay
opciones para todos los gustos: carnes, pastas, crepes, pizzas, comida por kilo
e irresistibles postres. En las playas los vendedores ofrecen productos locales
que invitan a una nueva experiencia al paladar, tales como las castañas de
cajú, barras de queso asado al instante, brochette de langostinos, almejas,
variedad de sándwiches caseros, cocos frescos con su jugo o açaí, una fruta de la zona servida como postre helado. Los artistas y artesanos, en su mayoría extranjeros,
no se quedan atrás y trabajan con variadas técnicas y diversos estilos que van
desde telas pintadas al óleo hasta esculturas de bronce.
Los
alojamientos tradicionales son las denominadas “pousadas”, que abundan por toda
la península y ofrecen una amplia variedad para todos los costos. Desde lugares
sencillos y confortables hasta hoteles de lujo con espectaculares vistas al
mar, las propuestas son tentadoras. La mayor cantidad de ellos se encuentran en
la zona cercana a las playas de Armaçao (centro), Geribá, João Fernandes y Ferradura. La atención es digna de semejante lugar. Cálida y
servicial, la población local se encarga de hacer sentir al turista como en
casa.
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